LA EXTRAÑA FUTILIDAD DEL CONSUMO Y EL FIN DE LA HUMANIDAD

¿Alguna vez se han preguntado porqué trabajamos mas de doce horas diarias, casi siempre sacrificando el tiempo con nuestra familia? Para alcanzar los estándares del "modus vivendi" de los países desarrollados, modelo al que aspiramos vivir. En efecto, ¿Quien no se imagina unas vacaciones en El Caribe, ó en Disney ó Universal Studios con sus hijos, mientras se toma una foto con Mickey, o pasear en Francia a comprar un perfume caro, mientras se toma una foto, ó conocer Italia, y comer pasta y un buen vino, mientras se toma una foto, etc.? Deseos loables, pero que sin embargo nos hacen perdernos a nosotros mismos en cosas que son, para que negarlo, propuestos y metidos inteligentemente en nuestros cerebro por la industria del consumo.

Debo aclarar que una cosa es consumir moderadamente, racionalmente, y otra el consumismo que extrae las energías vitales, a semejanza de los vampiros, dejándonos al borde de la muerte crediticia. Como ven, es muy diferente. Otro punto a comparar es la cultura moderna y los "progres" usualmente se sienten conocedores de la verdad del mundo, menospreciando las demás culturas, ¿acaso no han escuchado alguna vez comentarios racistas sobre la forma de vivir de los andinos? ¿Quíén nos da el derecho para considerarnos superiores a ellos? ¿acaso ellos eligieron donde nacer? Y quiérase o no, es una realidad, una realidad que viven todos los días, y que en medio de la pobreza y falta de servicios básicos, tienen derecho a sonreir  y ser felices en su realidad. Cuidado, con considerar una cultura superior a otra (en el fondo racial), ahí tenemos el ejemplo de los nazis.

Volviendo al punto, el consumismo daña la salud. Sólo basta observar el costo de la comida chatarra, y luego el costo del gimnasio para bajar de peso, o Herbalife, o la consulta con el Dr. Olaya. Terminamos trabajando usando el tiempo y nuestro trabajo a semejanza de Penélope y su telar, trabajamos para engordar, trabajamos para adelgazar. ¿Alguien puede parar esta insanía?

Cuando converso con mis pacientes del Programa de Crónicas, sale a la luz, cosas como el status social, el "modus vivendi" de comer comida chatarra y demostrar un progreso social. ¿Es algún complejo compartido internacional de no parecer pobres o demostrar que somos  pudientes? ¿O es que el acceso a los alimentos hipercalóricos (azúcar, arroz, fideos, incluyamos a las populares gaseosas), la responsable del sobrepeso y no la comida chatarra?

Pero no sólo eso influye, bien sabemos que el hombre y su progreso tecnológico lo ha hecho más sedentario, hay más fármacos para el colesterol, pero también hay más sedentarismo, más autos, más televisión con cable, más playstation. Y eso que a mi me gusta los videojuegos, ¿pero tanto como para dejar de hacer ejercicio? y volvemos al consumismo, más aparatos, menos ejercicio, pagamos para no hacer ejercicio, luego pagamos para hacerlo.

El consumismo y materialismo por ende, de considerar una doctrina de vida el poder de comprar, es dañino para la vida del hombre y amenaza la naturaleza, en aras del "progreso" se depredan bosques, se extinguen especies, ese progreso que es la hegemonía del consumismo, y del hedonismo como filosofía de vida. Un mundo sin Dios, donde el poder está en el dinero. Y a ello todos vamos, cínico sería no decir que no deseo lo mismo, pero ahora me pongo a pensar ¿y qué si no debe ser así? Viene a mi mente entonces las palabras de Cristo: Dad al Cesar lo que es del Cesar, y a Dios lo que es de Dios, haciendo alusión a los tributos, que a mi modo de ver, es haz dinero porque las cosas del mundo las requieren, pero no te olvides de Dios. Consume lo que necesites consumir, con moderación, pero no abuses si te aleja de Dios entonces algo está mal.

El fin de la humanidad irracional está garantizada si seguimos abusando de nuestra inteligencia, destruyendo el planeta, si seguimos prolongando un consumismo desmesurado, si seguimos siendo negligentes con el ambiente, si seguimos prefiriendo ganar dinero a educar a nuestros hijos. Esperemos que un día el hombre conozca que Dios quiere el bien común, y que nuestra felicidad es incompleta si nuestro prójimo sufre de pobreza, de marginación, de falta de oportunidades, de falta de afecto. Que seamos como Lázaro quien se hubiera contentado con saciar su hambre con las sobras del rico, y no como el rico que ni siquiera se conmovió al ver a su hermano sufriendo hambre, y si somos ricos al menos generosos con los demás menos favorecidos, que el principal hambre del mundo es el hambre de afecto, no de cosas.

Comentarios

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