APRENDER A MORIR Y EL ARTE DEL AUTOENGAÑO

Saludos amigos internautas, hoy quiero compartir con uds. algunas reflexiones que martirizan mi mente acerca de la muerte y el sentido actual de la medicina moderna.


Cierto es que nuestra actividad tiene un fin, un sentido. Como quiera que los medicos hemos aprendido a convivir con dos o tres trabajos angustiados por la presión social de ganar dinero y explotados entre nosotros mismos, sin instituciones que salgan en nuestra defensa, el sentido actual de la práctica médica es atender con calidad al paciente, y asegurar unos ingresos decorosos para nosotros y nuestras familias.


El sentido de los que manejan las tecnologías será como siempre vender más productos, y el filtro siempre son los médicos quienes indican la pertinencia o no de tal examen, tal ampolla, tal procedimiento, tal medicación.


El sentido del paciente será recuperar la salud perdida, y volver a su status quo previo, siendo la recuperación de la enfermedad un proceso que intervienen tanto la biología humana, el agente etiológico, el ambiente, y la propia fortaleza del paciente , pues bien sabido es que no todos se recuperan de la misma manera y en el mismo tiempo, y muchos quedan con secuelas conscientes o no que a veces se transforman en nuevas patología psicosomáticas que en circulo vicioso atormentan a muchas personas.


Sin embargo, es evidente que el negocio esta en la enfermedad, y es que la prevención no vende. Es más espectacular una reanimación exitosa y una estancia temporal en UCI con buen desenlace, una cirugía extirpadora de un cáncer letal, o un tratamiento satisfactorio de rehabilitación luego de un stroke, que lograr un balance en la dieta y hacer actividad física de forma regular, o simplemente tomar su medicación de manera regular y acudir a sus controles periódicos con su médico tratante 


Es más impactante recuperar la salud del borde del precipicio, que transitar por el camino seguro y prudente.  Y de este hecho psicológico de aparente triunfo sobre la enfermedad y la muerte, la medicina moderna crea falsas expectativas desarrollando nuevas tecnologías sumamente caras de detección precoz de enfermedad, de nuevas vacunas contra enfermedades atemorizantes y pandémicas, y nuevos tratamientos farmacológicos y estadísticamente significativos para problemas crónicos, siendo harto conocido que un estilo de vida de vida saludable es el primer paso lógico obligatorio de tratamiento pero vilipendiado por los médicos modernos.  La OMS estima que, por ejemplo, el 80% de las enfermedades cardiovasculares, el 90% de las diabetes tipo 2 y el 30% de todos los cánceres podrían ser prevenidos si la población siguiera una dieta saludable, un adecuado nivel de actividad física y dejara de fumar. (1)


Entonces, la medicina moderna tiene como fin detectar la enfermedad y tratarla, allí donde su poder se muestra más efectivo, al menos en apariencia, detener la enfermedad y darnos la falsa idea de inmortalidad. tanto es así, que muchas veces el pronóstico de la enfermedad ya no está en manos del médico, sino de los familiares amparados en la propaganda subconsciente del progreso de la ciencia, que sumado a la negación por aceptar la gravedad de un familiar, convierte a los médicos en simples operadores anónimos de la fe científica infalible que su paciente será curado.


¿Es esto sostenible? ¿Puede un sistema de salud cualquiera que fuere sostener un esfuerzo y despliegue de recursos en casos donde la resignación es lo único que no se plantea? ¿Cuántas veces movidos por la compasión fácil, y la disponibilidad mediata de recursos hemos prolongado la agonía de un ser humano que postrado y ignorado en su voluntad yace en un pasillo, cuando su único deseo real es descansar en su casa sus últimos días?. ¿Cuantas veces unos familiares que vienen de visita, traen a sus progenitores crónicamente enfermos a ser violados en su intimidad e invadidos, agujereados por sus flexuras, con el único propósito de calmar su conciencia de haber abandonado a su suerte a sus padres, traéndolos a un hospital y encima exigiendo curación y rapidez a problemas que años nadie se preocupó? ¿Cuándo vamos a aprender a decirle al paciente su estado real, a no esconder su diagnóstico, y dejar de subestimar su libertad, o mejor dejar de ampararnos en sentimentalismo endémico familiar y asumir la realidad?


En definitiva, ¿cuándo vamos a aprender a morir, a respetar al que va a morir, a dejar de endiosar a la ciencia, a hacernos cargo del que es una carga, pero a quien le debemos gratitud eterna, a dejar de autoengañarnos proyectados en los que agonizan?. Todos vamos a morir, es real, es inevitable, resignación no es renuncia a la lucha, sólo es interiorizar que no se debe morir solo, en un hospital, intubado en el último aliento, mientras su último pensamiento vuela hacia el instante que fue feliz en la tierra antes de partir a la eternidad. Que la Virgen nos conceda una muerte apacible, apretando su mano de ternura y mirando su rostro celestial.




1. National Cancer Institute. Theory at a Glance: A Guide for Health Promotion Practice (second edition). Washington, DC: US Department of Health and Human Services, National Institutes for Health, NIH Publication No. 05-3896; 2005. Elder JP, Ayala GX, Harris S. Theories and intervention approaches to health-behavior change in primary care. Am J Prev Med 1999; 17(4):275-84. 

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