SOLO SE QUE NADA SE: EL MEDICO PERFECTO

Muy pocas veces conocemos personas de alta calidad moral y profesional que son capaces de reconocer sus errores y sobretodo admitirlos frente a sus subordinados, pienso que esta capacidad de autoconocimiento que en las virtudes cristianas se denomina humildad, es un bien poco común entre los médicos peruanos.

La humildad mas grande, el Maestro lavando los pies de sus alumnos- Para  parecernos a Dios hay que ser humildes!!
Y es que ya sea abiertamente o no, muchos médicos (me incluyo por decencia) pensamos que tenemos la última palabra en cuanto a nuestro actuar o pensar. Un ejemplo claro es cuando un médico sabe poco o no tiene en claro el diagnóstico del paciente, en vez de derivarlo a otro especialista, lo que hace es tratar algo que no sabe que es. Esto constituye una falta ética que repercute en el paciente.

De esta manera se perpetúa la ignorancia de la enfermedad de fondo, y así pacientes con enfermedades cardíacas, tumores ocultos, o problemas endocrinológicos no son diagnosticados sino en fases avanzadas de la enfermedad. Así, tenemos pacientes con hipertiroidismo tratados por fibriladores por cardiólogos, pacientes con angina de pecho tratados por gastroenterólogos, pacientes con enfermedades reumatoógicas tratadas como osteoporosis o artrosis.

Por eso es necesario recordar que en la práctica clínica no hay vacas sagradas, no hay gurús, sino hay una necesidad ética de ofrecer al paciente la mejor evidencia disponible y tomar así las mejores decisiones  junto con el paciente. Esta  definición corresponde a la denominada Medicina Basada en la Evidencia, una herramienta muy útil para la aproximación diagnóstica, tratamiento, y pronóstico de las enfermedades.
La Medicina basada en la Evidencia (MBE) utiliza la investigación científica más rigurosa para encontrar respuestas a los problemas clínicos cotidianos y supone un esfuerzo por parte del médico de estar constatemente actualizado. Hoy día, muchos médicos mayores no son capaces de capacitarse adecuadamente y en las instituciones, principalmente del estado, realizan prácticas que horrorizarían hasta el más reciente graduado de médico. Por supuesto que hay excepciones.

Racionalismo positivo al máximo, soberbia intoxicante.
Esta arrogancia médica no se traduce solamente en la práctica con el paciente sino en el autocuidado del propio médico, que nos sentimos invulnerables a la enfermedad, inmunes al estrés, y caracterizarnos por ser pésimos pacientes.

Así que invoquemos a los médicos a hacerse un autoexamen y reconocer que nada sabemos, y necesitamos ayuda de otros y leer si no sabemos, sin complejos de ningún tipo, ya que el mayor beneficiado es el paciente, siempre el centro de nuestra actividad.

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